Imaginemos, una vez más, un mundo en el que los cuidados son una parte fundamental de la vida en sociedad y los niños, personas con tal capacidad de imaginar que no sea posible prescindir de ellos para construirlo.
Lejos de la idea de expertos, con una visión especialista pero faltos de visión ciudadana, los niños conservan la mirada intacta de lo que nos falta y la potencia creadora de lo que podemos tener.
Desde esta perspectiva, pensemos qué espacios existen para que los niños expresen sus ideas y deseos y qué respeto hay por ellas relegandoles únicamente a los parques como espacios posibles en los que estar.
Los medios, la infraestructura y el apoyo que los niños tienen para desarrollarse, afectan a su autoestima y a su capacidad de valorarse a sí mismos.
Pensandolo desde ahí ¿por qué los espacios que se construyen para niños y cuidadores son los parques? ¿por qué no puede adaptarse a ellos el consejo escolar, tomando en cuenta cómo quieren ellos que sea su centro de estudios, o el pleno del ayuntamiento, tomando en cuenta cómo los niños quieren que sea su ciudad? ¿Acaso el no poder votar hace que sus deseos valgan menos que los del resto?
Después de unos meses de trabajo en el taller, donde cada uno ha podido investigar distintas líneas de trabajo y explorar técnicas y materiales variados que han servido para armarse de herramientas, empezamos una nueva etapa pensando en la idea de proyecto. Diseñar su colegio, hacer una ópera, planificar la ciudad,… ¿cómo serían cualquiera de estas cosas si las ideas de los niños estuvieran presentes?.
Empieza la aventura.
Del museo a la escuela 
